Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente. "Un euro", dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. "Quiero el helado solo", dijo el niño. La mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.
El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había el euro y cincuenta céntimos más... su propina.
Jamás juzgues a alguien antes de tiempo.

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